Los azulejos barrocos y rococó de temática profana son la prueba evidente de que la producción cerámica camina junto a la evolución de la sociedad. El ascenso de la burguesía creó una nueva tipología azulejera para las grandes casas familiares. Estos azulejos podían ser piezas únicas para la decoración de pavimentos, zócalos, cocinas, contrahuellas,..siguiendo las mismas características técnicas y estilísticas de las piezas seriadas, las cuales acompañaban usualmente a las composiciones.
Para pavimento y zócalos de grandes habitaciones se utilizaron composiciones de azulejos, con motivos seriados y escenas profanas. Cuando se trataba de una gran composición, el pintor hacía primero el dibujo sobre un cartón, que después plasmaba en el azulejo.
Los azulejos para frontis o contrahuellas de escalones tienen unas medidas especiales que oscilan entre los 22 cm. de largo por unos 14 cm. de ancho.Este tipo de decoraciones para escaleras arranca de épocas anteriores, aunque fue a últimos del siglo XVIII cuando se popularizaron.
Las piezas del frontis se hacían sin estarcido, por lo que no se pueden considerar como seriadas. Los escalones suelen llevar una escena completa, con un paisaje o una cacería, pero también pueden aparecer escenas completas en un solo azulejo o representando animales mitológicos o bichas.
Las composiciones para cocinas se concebían como un espejo del ámbito culinario. Forman amplios zócalos con figuras realizando tareas culinarias, con alimentos y utensilios. Las figuras de estas composiciones, destinadas a casas solariegas, son piezas únicas que los pintores cerámicos copiaban de lo que veían sin disponer de ningún grabado ni fuente artística; lo que hace de ellas unas obras encantadoras por su cotidianeidad. La policromía de la época confiere a las escenas un gran colorido y las grandes composiciones del rococó, profundamente hedonistas, no tienen parangón en toda Europa.
A las grandes composiciones se suman los azulejos completos de género con una variada representación iconográfica: arquitecturas, paisajes, personajes, oficios, animales, alimentos, utensilios de cocina, que tendrán una continuidad durante la primera mitad del siglo XIX. Pero fueron los azulejos de flor suelta los más abundantes, desde mediados del siglo XVIII (con flores o ramilletes policromos ocupando toda la pieza) hasta el primer tercio del siglo XIX (con la flor reducida y prácticamente monocromática en azul).
Si bien las grandes composiciones corresponden a las fábricas valencianas y a la de Alcora, los azulejos de género del siglo XIX fueron producidos, además, por los centros de Ribesalbes y Onda.