La expansión de la técnica polícroma y los repertorios ornamentales renacentistas en el siglo XVI, con el taller del italiano Niculoso Pisano, significaron el hundimiento de Manises. La expulsión de los moriscos (1611), produce un vacío en las producciones valencianas hasta un siglo después. Valencia importará azulejos talaveranos y sevillanos en un primer momento y poco después los imitará, produciendo una cerámica un tanto repetitiva y monótona dentro de la corriente tardorrenacentista o manierista.
Los modelos de serie más característicos fueron los de puntas de diamante, tarjas con enrrollamientos recortados, los trenzados, ovas y puntas, jaspes, ondas con meandros, estrellas poligonales, mitadad … Los formatos predominantes son los cuadrangulares de 14 cm de lado y el rectángulo de la misma medida y 7’5 cm de lado menor. La utilización en pavimentos se ve ampliada a la zona parietal, zócalos, como novedad frente a la exclusiva aplicación en pavimentación gótica. En el cromatismo se busca un contraste entre el azul oscuro y el amarillo limón, mientras que los colores son planos. Máximo exponente de esta época es la azulejería del Colegio del Corpus Christi de Valencia.