Los “socarrats” son placas de barro pintadas, sin barnizar y de cocción única. Presentan una capa blanca producida por la aplicación del óxido cálcico y un dibujo en rojo o negro, derivado de los óxidos de hierro y de manganeso, respectivamente.
Su función, aplicada a la arquitectura, fue la de cubrir las entrevigas y los aleros exteriores de los tejados. Las piezas de entrevigas del siglo XV presentan decoraciones de temas heráldicos, animalisticos y fantásticos de la época. Los motivos geométricos de raigambre mudéjar (como las conservadas en el Museo) también fueron usuales. Los centros de producción más destacado fueron Paterna y Manises.
En las producciones de socarrats de alero, durante los siglos XVII, XVIII y XIX el dibujo solo cubre la parte exterior, y no la interior, que incrustada en el muro, no era vista. Estas piezas, placas grandes cuadradas o losetas rectángulaes, suelen estar decoradas con simples motivos geometricos y vegetales, y en algunos casos con pueriles escenas domésticas, de animales o de figuras humanas.