Por lo que a la Península Ibérica respecta el uso de la arcilla cocida para uso arquitectónico se inició esporádicamente en la época de la colonizaciones, peró sólo se generalizó con la romanización, apareciendo diferentes tipos de ladrillos, tejas y otros elementos de cerámica para el alzado de muros y la pavimentación de suelos.
En época visigoda la presencia de cerámica en la construcción es relegada a las zonas de poco peso, como arquerías, cúpulas y entrevigado de falsos techos.